Brassicas Forrajeras: Suplementación clave en épocas críticas 

Rodrigo Bertin A.
Ingeniero Agrónomo
rbertin@cooprinsem.cl
Unidad de Semillas
Cooprinsem

Las Brassicas forrajeras suelen ofrecer un aporte de alimento superior al de la pradera en determinados periodos del año, especialmente en momentos de menor crecimiento estacional, como verano, otoño e invierno. Su uso estratégico permite cubrir déficits de oferta forrajera, mejorar la nutrición animal y mantener la carga animal. Proporcionan una excelente fuente de energía y proteína, siendo una alternativa altamente eficiente para suplementar al ganado en pastoreo. El uso de cultivos forrajeros debería considerarse estratégicamente siempre que la cantidad o la calidad de la pradera limiten el potencial productivo, ya sea en términos de ganancia de peso, producción de leche o condición corporal.

¿Qué son las Brassicas Forrajeras?

Las Brassicas forrajeras son cultivos de rápido crecimiento y alto rendimiento, diseñados especialmente para el pastoreo directo por parte de los animales. Este grupo incluye especies como:

  • Nabo forrajero (Brassica rapa spp. rapa)

  • Raps forrajero (Brassica napus spp. biennis)

  • Coles forrajeras (Brassica oleracea spp. acephala)

  • Rutabaga (Brassica napus spp. napobrassica)

¿Por qué usarlas?

Alta calidad del forraje: Estos cultivos se caracterizan por un elevado contenido de energía y proteína, junto con bajo nivel de fibra y bajo contenido de materia seca (MS), lo que los hace altamente palatales y nutritivos para el ganado.

En el Cuadro 1 se presentan los valores nutricionales referenciales de las principales especies de Brassicas forrajeras.

Elevada digestibilidad: Pueden alcanzar hasta un 85 % de digestibilidad de la materia seca, facilitando una conversión eficiente del alimento en producción animal.

Alta producción de materia seca (MS): Las Brassicas forrajeras se caracterizan por su rápido crecimiento y elevada capacidad de acumulación de materia seca, lo que permite concentrar alimento en períodos críticos del año, como verano, otoño e invierno, cuando la disponibilidad de pradera suele ser limitada.

Beneficios para el suelo y el ambiente: Funcionan como cultivos de rotación para mejorar la fertilidad del suelo, eliminar malezas de difícil control, reducir la compactación e incluso podrían disminuir las emisiones de metano en rumiantes, esto ya que las Brassicas tienen menor contenido de FDN (Fibra detergente neutro) y mayor digestibilidad que las praderas en general, contribuyendo a la reducción de la producción de metano (CH₄) en rumiantes por distintos mecanismos. Por un lado, disminuyen la producción de hidrógeno (H₂) en el rumen, el cual es un precursor clave en la formación de metano. Además, al ser altamente digestibles, los alimentos transitan más rápidamente por el rumen, lo que reduce el tiempo de fermentación y, en consecuencia, la cantidad de metano generado.

Consideraciones generales para el establecimiento

Preparación del terreno: Es fundamental contar con un suelo bien preparado y mullido, lo que favorece el buen establecimiento del cultivo y el contacto adecuado de la semilla con el suelo.

Dosis de siembra: Las dosis de semilla son bajas debido al pequeño tamaño de las semillas y gran número de semillas por Kg, lo que exige una distribución uniforme y condiciones óptimas de siembra para asegurar una emergencia homogénea y un buen establecimiento del cultivo.

La fecha de siembra, dosis de semilla, momento de pastoreo y la cantidad de plantas ideales a obtener por m² de cada cultivo se muestra por cultivo en el Cuadro 2.

La dosis de semilla y tiempo para el primer pastoreo está influenciado por diversos factores, incluyendo preparación de suelo, tipo de siembra, la fertilidad del suelo  entre otras.

Profundidad de siembra: Idealmente 1 cm de profundidad, para favorecer una rápida emergencia y un buen desarrollo inicial.

Compactación superficial: Se recomienda sembrar sobre un suelo firme y parejo, y pasar rodón (compactador) antes y después de la siembra para mejorar el contacto suelo-semilla y asegurar una emergencia uniforme.

Estado nutricional del suelo y fertilización del cultivo

Es ideal realizar un muestreo de suelo con anticipación en el lugar destinado a la siembra, para ajustar la fertilización en base a los requerimientos reales del cultivo.

Las Brassicas no toleran suelos ácidos, por lo que se recomienda aplicar enmiendas calcáreas si el pH no está en el rango óptimo (ideal entre 5,8 y 6,2).

Estas enmiendas pueden aplicarse con anticipación a la siembra o durante la preparación de suelo, lo que permite su incorporación en la zona de mayor desarrollo radicular.  

Uno de los nutrientes más importantes a la siembra es el fósforo (P). Si los niveles en el suelo no son adecuados, se debería incorporar en la siembra y localizar cerca de la semilla, asegurando una alta concentración en la zona de enraizamiento para favorecer el establecimiento inicial.

El potasio (K) se puede aplicar al momento de la siembra, ya sea incorporado al suelo o junto a la semilla, dependiendo del tipo de maquinaria disponible. Su aplicación inicial es fundamental para favorecer el desarrollo vigoroso de las plantas.

El nitrógeno (N) idealmente debe aplicarse de forma fraccionada, por ejemplo:

1/3 a la siembra.

2/3 restantes cuando las plantas presenten buen desarrollo radicular.

Incorporar también azufre (S) y boro (B) dentro del programa de fertilización, ya que ambos nutrientes son esenciales para un crecimiento adecuado, El boro (B), en particular, cobra especial relevancia en cultivos con alto desarrollo de raíces como nabo forrajero o la rutabaga, donde su deficiencia puede provocar raíces huecas o agrietadas. 

Otros manejos

Manejo de malezas: Un adecuado control de malezas es fundamental para lograr una siembra exitosa y un óptimo desarrollo inicial de la Brassicas. La primera etapa debe considerar un barbecho químico, aplicado con la anticipación suficiente para eliminar toda especie presente en el potrero. Esto permite reducir la competencia por luz, agua y nutrientes, y favorecer una emergencia uniforme del cultivo. Posteriormente, se debe considerar la aplicación de herbicidas preemergentes, ya sea antes o inmediatamente después de la siembra, dependiendo del ingrediente activo utilizado. Además, es clave monitorear periódicamente el cultivo tras la emergencia, para detectar la aparición de nuevas malezas y, si es necesario, realizar un control postemergente selectivo que evite afectar el desarrollo del cultivo establecido.

Control de plagas: Las Brassicas forrajeras pueden verse afectadas por diversas plagas, tanto en sus primeras etapas de desarrollo como con plantas ya desarrolladas, por lo que requiere estos cultivos un monitoreo temprano y constante fundamental para implementar un manejo oportuno que evite pérdidas en establecimiento, rendimiento y perdidas de calidad.

Manejo del pastoreo

Iniciar el pastoreo de acuerdo al cultivo elegido, considerando su ciclo productivo, con el fin de optimizar el rendimiento y la calidad nutricional del forraje.

Utilizar pastoreo en franjas o rotativo, lo que permite controlar el consumo diario de los animales, mejorar el aprovechamiento del forraje y reducir pérdidas por pisoteo.

En el caso del raps forrajero, existe la posibilidad de permitir rebrote, para aprovechar un segundo pastoreo, por lo que los animales deben ser retirados de la franja de pastoreo una vez alcanzado el residuo deseado, evitando así daños al cultivo y minimizando la mortalidad de plantas.

En Brassicas destinadas a un solo pastoreo, el potrero puede ser utilizado como área de sacrificio, lo que permite reducir la presión de pastoreo sobre las  praderas y aumentar la rotación y recuperación de estas.

La calidad del forraje producido por Brassicas forrajeras está fuertemente influenciada por la fertilidad del suelo y las condiciones ambientales a lo largo de toda la temporada de crecimiento del cultivo. Además, el momento de cosecha o pastoreo es determinante, ya que cada especie presenta una etapa o momento óptimo de acumulación de materia seca y calidad nutricional. A medida que se retrasa el uso del cultivo, se produce un deterioro progresivo en el rendimiento y calidad nutricional. En verano, bajo condiciones de estrés hídrico o altas temperaturas, la producción y calidad del cultivo pueden verse severamente afectadas, debido a que las Brassicas presentan un sistema radicular superficial, con limitada capacidad de exploración en profundidad para acceder al agua disponible en el perfil del suelo.

La calidad del forraje también está determinada por la parte de la planta pastoreada como se muestra en el Cuadro 1. En el caso de las coles forrajeras se muestra un ejemplo de la calidad según la parte consumida (Cuadro 3).

Consideraciones de Salud Animal y Alimentación

Limitar la proporción en la dieta: No se debe exceder el 30 % (1/3) de Brassicas en la dieta total en el caso de vacas lecheras y 50% o 75% del total de la dieta en el caso de animales secos, debido al riesgo de acidosis ruminal, meteorismo, intoxicación por nitratos (especialmente en periodos fríos) o anemia en animales alimentados principalmente con coles forrajeras en estado reproductivo (finales de invierno o inicio de primavera), cuando la concentración de glucosinolatos puede aumentar.

Adaptación gradual del ganado: Introducir el cultivo de forma progresiva durante 3 a 4 días. Nunca ofrecérselas a animales con mucho apetito. Se recomienda Introducir preferentemente a la mayoría de los animales en un mismo tiempo para asegurar un consumo parejo entre los animales.

Suplementar con fibra efectiva: Siempre proporcionar heno o acceso a pradera para equilibrar la dieta y cubrir los requerimientos de fibra, ya que ellas tienen bajo contenido de fibra efectiva.

Rotación de Cultivos

Las Brassicas forrajeras son excelentes especies para sistemas de rotación, ya que ayudan a interrumpir ciclos de plagas y enfermedades presentes en el suelo.

No se recomienda sembrarlas en el mismo potrero por más de dos años consecutivos, ya que esto puede aumentar la incidencia de enfermedades del suelo como Hernia de la col (hongo Plasmodiophora brassicae).

Conclusiones

Las Brassicas forrajeras representan una herramienta estratégica clave para enfrentar períodos críticos de oferta forrajera en los sistemas ganaderos del sur de Chile. Su alto valor nutricional, velocidad de crecimiento y capacidad de adaptación a distintas épocas del año las convierten en un recurso forrajero de gran valor, especialmente en sistemas intensivos de producción de leche o carne.

Sin embargo, su correcto uso requiere una planificación detallada, manejo agronómico riguroso y un monitoreo constante para maximizar sus beneficios productivos y evitar riesgos para la salud animal. La calidad final del cultivo estará determinada por múltiples factores, incluyendo la fertilidad del suelo, el momento del pastoreo y el manejo del cultivo.

En este contexto, el acompañamiento técnico especializado es fundamental. En Cooprinsem, contamos con un equipo de asesores expertos que brindan apoyo en terreno para lograr un establecimiento exitoso, un manejo eficiente y una integración efectiva de estos cultivos en su sistema productivo.