Carlos White
Gerencia Desarrollo SQMC
El sector agropecuario enfrenta actualmente un constante desafío, el cual considera satisfacer la creciente demanda de alimentos, impulsada por el sostenido aumento de la población mundial, mediante procesos cada vez más sostenibles. En este contexto, los fertilizantes toman un rol esencial para cumplir con este propósito:
• Los fertilizantes permiten producir una mayor cantidad de alimento, en una misma o menor superficie de tierra, permitiendo optimizar la hectárea de suelo.
• Sin embargo, es importarte que la industria y sus usuarios apunten a aumentar su eficiencia, utilizando de manera consciente los recursos y minimizando el impacto al medio ambiente.
La especialización e intensificación de la agricultura convencional, han logrado alcanzar importantes avances en cuanto al aumento de rendimientos productivos y de calidad, los que hoy deben incorporar la gestión responsable del impacto medioambiental, con especial atención en disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
De acuerdo a lo anterior, los objetivos de una fertilización sostenible van más allá del ámbito productivo, e incluyen aspectos ambientales, económicos y sociales. Desde el punto de vista ambiental, es fundamental minimizar impactos e ineficiencias que afecten la calidad del aire, agua y suelo; por el lado económico, ser eficientes en el uso de recursos directos o indirectos, haciendo que cada unidad de nutriente sea más económica y rentable, generando beneficios para el productor, proveedor y consumidor de manera estable y equilibrada; y desde el punto de vista social, se debe lograr el acceso a la alimentación en cantidad, calidad y precio, con adecuado equilibrio económico y de bienestar.
En general los fertilizantes inorgánicos, como el nitrato de potasio, son fuentes minerales que están presentes en la naturaleza, que posteriormente son aplicados a los cultivos y entregan los nutrientes necesarios para su desarrollo. Según el método de producción y origen, cada fertilizante tiene su huella de CO2 equivalente, la cual puede ser minimizada tanto por proceso como distancia, pero también por forma de aplicación o tecnologías incorporadas.
Por ejemplo, la producción de Urea, consiste en mezclar el nitrógeno del aire con CO2 a presión y luego producir dicho fertilizante + agua, donde el CO2 sin reaccionar se recircula y vuelve al proceso. Otro ejemplo de proceso es la producción de fertilizantes potásicos, los cuales tienen diferentes orígenes. En el caso de Chile, las principales fuentes provienen de salmueras, dando origen a productos claves como el cloruro de potasio (KCl) y nitrato de potasio (KNO3).
En cuanto a la aplicación de los fertilizantes, esta puede realizarse para impulsar una agricultura sostenible bajo los principios de las 4R (por sus siglas en inglés) del Instituto Internacional de Nutrición de Plantas (IPNI), que indican:
- Utilizar la fuente de fertilizante correcta
- Aplicando la cantidad adecuada
- En el periodo apropiado
- Y lugar preciso.
Para esto, en cada cultivo se debe elaborar un plan de fertilización que incluya el tipo de fertilizante más idóneo, en la dosis de nutrientes que demanda el cultivo según su etapa de desarrollo, el momento de la aplicación justo; y considerando la forma de incorporación.
Finalmente, y complementario a lo anterior, es posible incorporar tecnologías que aumenten la eficiencia de los fertilizantes, en condiciones climáticas o de suelo poco controlables; y que minimicen su impacto al medio ambiente. Dos ejemplos de estos avances son:
- AmiNtec, que disminuye la volatilización, que impacta tanto en CO2 por la cantidad de fertilizantes aplicado, como en la emisión de gas amoniaco con un efecto indirecto de gas invernadero.
- ProP, que protege temporalmente al fósforo de interacciones con calcio y aluminio, permitiendo aumentar su disponibilidad y ajustar de mejor forma la dosis de demanda, potenciando una mejor distribución en profundidad radicular en el tiempo, sin tener que mover necesariamente el suelo.
De esta forma, la implementación bajo los parámetros “4R” y tecnologías complementarias, permiten un uso más eficiente de los recursos, logrando un cultivo optimizado en términos económicos y con menor emisiones de GEI (gases de efecto invernadero).
En resumen, los suelos han subido paulatinamente su fertilidad y por consiguiente la productividad, asociado también a implementación de técnicas, genética, sanidad y maquinarias, disponibilizando alimentos en cantidad y calidad, en línea con el aumento de la población y su expectativa de vida.
Sin embargo, este desafío hoy más que nunca debe abordarse impulsando una agricultura sostenible, combinando sus 3 ámbitos: social, ambiental y económico; donde la fertilización tiene un rol fundamental tanto en su composición como aplicación.
Actualmente existe los conocimientos y tecnologías que nos permiten aumentar la eficiencia en el uso de los fertilizantes y además minimizar sus externalidades negativas, los agricultores deben identificar proveedores que sean capaces de ofrecerles estas nuevas tecnologías y así contribuir a la sostenibilidad de los alimentos producidos.