Impacto de la lechería chilena sobre las emisiones de carbono y el cambio climático global

ERNESTO VIGLIZZO
Ing. Agr., MSc, PhD

Los problemas asociados al cambio climático “rankean” alto en la prioridad de las sociedades modernas, sobre todo a partir de la cumbre del clima de Paris en el 2015. El calentamiento global, que es consecuencia de la emisión de carbono asociada a las actividades humanas, nos conduce a escenarios preocupantes, por ejemplo, el derretimiento de los polos, la retracción de los glaciares de alta montaña, el ascenso de los mares, la reconfiguración de los patrones climáticos de la tierra y los eventos extremos del clima.

De acuerdo a Naciones Unidas, los sectores sociales y económicos vinculados al consumo de combustibles fósiles dan cuenta aproximadamente del 75% de las emisiones globales, mientras que los sectores asociados a las industrias biológicas como la producción de alimentos y fibras, explicarían el 25% restante. Durante los últimos años, se ha prestado especial atención al efecto que las emisiones causadas por la deforestación y la ganadería de rumiantes tendrían sobre el calentamiento global del planeta.

LAS EMISIONES DE CARBONO EN 
GANADERÍA
La ganadería de rumiantes (principalmente bovinos y ovinos) es foco de críticas debido a sus emisiones de metano, que es un potente gas con efecto invernadero que puede ser expresado en términos de carbono. Grupos ambientalistas y veganos promueven con vehemencia un cambio hacia dietas que no incluyan productos animales, especialmente de origen bovino. Sin embargo, no son los bovinos la principal fuente de metano en la naturaleza. Mientras los rumiantes emiten globalmente alrededor de un 20% de este gas, los humedales o pantanos naturales dan cuenta de un 30%.

En el Hemisferio Norte preocupan las emisiones ganaderas. Pero miradas desde el Hemisferio Sur, sabemos que no todo es emisión. Nuestras tierras rurales ofrecen una plataforma de fotosíntesis y, por tanto, de captura y acumulación de carbono atmosférico a través de la vegetación natural y la cultivada (bosques y tierras de pastoreo). Si la captura de carbono en el sector ganadero igualara o superara a sus emisiones, los actuales inventarios de gases de efecto invernadero que elaboran los gobiernos de nuestros países podrían experimentar cambios de envergadura.
Por otro lado, es importante conocer qué porcentaje de las emisiones mundiales de metano corresponden al ganado en cada país para tener una dimensión realista del problema. Como muestra la Figura 1, las emisiones del ganado en Chile representan mucho menos del 1% de las emisiones globales, y las emisiones del ganado lechero alcanzan, como máximo, alrededor del 0,04% de las emisiones globales. Como ambos números son insignificantes, cualquier crítica a las emisiones del ganado bovino y al ganado lechero en este país carece de sentido.

Hay dos procedimientos distintos para contabilizar el carbono en la producción ganadera bovina: 1) la Huella de Carbono, y 2) el Balance de Carbono.

LA HUELLA DE CARBONO
La Huella de Carbono estima solamente emisiones, y lo hace por unidad de producto (por ejemplo, por litro de leche o por kg de carne), sin contemplar opciones de captura y secuestro de carbono. Este indicador surge de aplicar un enfoque metodológico que se denomina Análisis del Ciclo de Vida, y que consiste en sumar todas las emisiones de carbono que ocurren a través del ciclo de vida del producto. Incluye a) las emisiones de los insumos que se elaboran industrialmente antes de ingresar al predio (emisiones pre-prediales), b) las emisiones que ocurren dentro del predio (emisión de metano, uso de combustibles, uso de fertilizantes nitrogenados, plaguicidas etc.) y c) las emisiones post-prediales (procesamiento industrial del producto, empaquetado, transporte, distribución, consumo doméstico, etc.). Tiene aplicación amplia en los países del Hemisferio Norte y con frecuencia es utilizado como barrera comercial para penalizar aquellos productos que ingresan del exterior con una carga elevada de carbono. Es discutible que esas tres fuentes de emisión de carbono se cargan sobre cada litro de leche o kg de carne que llega al consumidor. Esto coloca en desventaja al ganado, ya que sus emisiones bio-génicas reales (atribuibles exclusivamente al metabolismo animal) son en la práctica mucho menores. Si solo se atribuyeran al producto animal las emisiones de metano y óxido nitroso las emisiones ganaderas bajarían significativamente. Esta asimetría se debe a las diferencias en el método que se aplica (Ver Figura 2).

Un factor clave para evaluar la Huella de Carbono es la producción del animal. Como la emisión total se divide por los litros o kg producidos, a mayor productividad menor Huella. Este aspecto tiene mayor importancia en los sistemas confinados que en los sistemas pastoriles de producción lechera. En general, los sistemas extensivos, como producen menos leche por animal, tienen una Huella de Carbono más alta que la de aquellos sistemas intensivos que acreditan mayor productividad por vaca.

EL BALANCE DE CARBONO
El Balance de Carbono es una alternativa que, además de medir las emisiones por unidad de tierra, contempla en su cálculo la captura y secuestro de carbono que ocurre en el sistema de producción. Este indicador se puede medir por hectárea de tierra productiva.

Sin desmerecer el valor de la Huella de Carbono para contabilizar emisiones, el Balance de Carbono presenta una ventaja para nuestros sistemas pastoriles de producción bovina. Incluye en el cálculo un proceso biológico fundamental como es la fotosíntesis y el almacenamiento de carbono que ocurre en la vegetación del sistema. Parte de ese carbono se acumula en la biomasa aérea y subterránea (raíces y microorganismos), y parte puede quedar finalmente secuestrado como carbono orgánico del suelo, que es la fracción más estable de carbono en un sistema de producción (ver Figuras 3 y 4).
Naturalmente, ese flujo natural de carbono en biomasa y suelo experimenta en el camino pérdidas inevitables por descomposición de la materia orgánica.
Si aplicáramos un procedimiento convencional sencillo para estimar El Balance de Carbono del sector agropecuario de la República de Chile, y como promedio de la Región de Los Lagos, comprenderíamos que en ambos casos los sistemas rurales generan un balance de carbono fuertemente positivo, que puede compensar las emisiones de otros sectores de la economía chilena. Si profundizáramos el análisis y aplicáramos un balance por hectárea productiva, encontraríamos que la Región de Los Lagos tiene una ventaja relativa respecto a Chile como nación (Figura 5).

En efecto, si bien los valores absolutos no son comparables, cuando los expresamos por hectárea, la Región de Los Lagos muestra mayor capacidad de captura y acumulación de carbono que el promedio chileno, generando un crédito de carbono más elevado que podría ser puesto en valor.

CONCLUSIONES
En términos utilitarios, este análisis tendría al menos tres implicancias prácticas:

1) La incidencia global de las emisiones de carbono del sector rural de Chile y la Región de los Lagos es insignificante, y no debería ser causal de barreras o penalizaciones comerciales.

2) Debido a sus balances de carbono muy positivos, parece necesario evaluar y difundir datos específicos de la contribución del sector rural chileno y de la región de Los Lagos a la economía nacional del carbono. Hacer conocer estas cifras daría transparencia social al proceso evaluado en momentos en que la ganadería es cuestionada en muchos países del mundo.

3) Dado que el CARBONO es un recurso que cotiza en los mercados, parece conveniente analizar el potencial de emisión de bonos negociables de carbono generados por el sector rural chileno con el fin de incrementar el ingreso anual de productores que puedan demostrar y certificar balances positivos. Eso requiere una organización institucional que todavía es endeble en nuestros países sudamericanos.