Cuando buscar costos de crianza más bajos no es sinónimo de eficiencia

Existe pleno conocimiento que la alimentación puede representar fácilmente el 50% de los costos totales de producción dentro de una explotación lechera. Sin embargo, un tema que no ha sido bien dimensionado, o tal vez no adecuadamente medido en algunos casos, es el costo que tiene la reposición de vaquillas, donde la nutrición ocupa un importante lugar.

El reducir costos en la recría, ya sea restringiendo la oferta de alimentos concentrados, el acceso a una pradera de maduración y calidad óptima, los forrajes conservados, o un desbalance en el uso de estos recursos, pueden tener impactos sustanciales en la economía de la explotación lechera en el mediano y largo plazo, haciendo la crianza de vaquillas menos eficiente.

Considerando que aproximadamente el 25-30% del rebaño debe ser reemplazado anualmente, las vaquillas representan una enorme inversión en los predios lecheros, por lo tanto, la meta es lograr su inicio productivo lo antes posible, disminuyendo de esta manera los costos de la reposición y generando retornos al predio lo antes posible. De hecho, se ha demostrado que la rentabilidad vitalicia de las vaquillas de remplazo es maximizada cuando estas paren por primera vez entre los 23 y 25 meses de edad.

Factores que afectan la oferta y la demanda de vaquillas de reemplazos

Se han descrito 4 factores principales que determinan la oferta de reemplazos. Estos corresponden a: la edad al primer servicio, la edad al primer parto, la tasa de mortalidad entre el nacimiento y el encaste y el uso de semen sexado.

En relación a la edad al primer servicio, esta debe ser alcanzada como meta entre los 13 y los 14 meses de edad, con el fin de obtener el primer parto entre los 23 y los 25 meses de edad. En el caso de una vaquilla Holstein, esta debe tener una ganancia diaria de peso (GDP) mayor a 0,7 kg/día o a 0,65 kg/día para lograr 320 kg de peso vivo a los 13 y los 14 meses, respectivamente. Ganancias de peso del orden de 0,65 y 0,55 kg/día son las indicadas para vaquillas Overo y Jersey, respectivamente. El cumplimiento de las metas de GDP en vaquillas estará dado por un adecuado manejo nutricional y sanitario.

En relación a la edad al primer parto, además de estar determinada por la edad al primer servicio, toma importancia la tasa de preñez (TP), la cual está determinada por la tasa de detección de celos (TDC) y la tasa de concepción (TC). Por su parte, la tasa de mortalidad desde el nacimiento al encaste óptima debe ser no mayor a 9%. El aumento en la edad al primer parto o de la tasa de mortalidad en el periodo de cría – recría significará un aumento en la demanda de vaquillas para reposición.

Ha sido informado además que el uso de semen sexado en vaquillas, a pesar de generar tasas de concepción más bajas y tener un costo más alto, genera un aumento en el número de vaquillas potencialmente disponibles para reemplazo.

En relación a la demanda de vaquillas de reemplazos se tiene la tasa de preñez de las vacas adultas, dado por la TDC y la TC, junto a la duración del lapso interparto (LIP). Estos dos indicadores influirán sobre la demanda de vaquillas de reemplazos, debido principalmente a la eliminación de vacas por causas reproductivas. Las eliminaciones de vacas adultas por causas no reproductivas también generarán un aumento en la demanda de vaquillas de reemplazo.

Metas productivas propuestas en la cría y recría de vaquillas

Las metas productivas van cambiando de acuerdo a la edad de las terneras. Tenemos por ejemplo, que en el primer día de vida es fundamental el traspaso de inmunidad pasiva mediante el calostro y durante la primera semana adquirir a través de la leche de transición factores de crecimiento claves para el desarrollo de la ternera. Luego, el objetivo cambia a promover el desarrollo de las papilas ruminales mediante la entrega de alimento concentrado y agua, de manera de colonizar el rumen de microorganismos que tendrán como función el digerir los tejidos vegetales ingeridos a partir de la pradera, los forrajes conservados y el concentrado. En conjunto, también se debe lograr maximizar la capacidad de consumo de materia seca.

Otros parámetros productivos evaluables en las terneras/vaquillas son (entre otros): duplicar el peso al nacimiento a los 60 días y triplicarlo a los 120 días, lograr un consumo mínimo de concentrado de 1,5 kg para realizar el destete, mantener una tasa de ganancia de peso (kg/ternera/día) lineal, al igual que el crecimiento en estatura.

Tabla 1

A continuación se proponen 2 ejercicios, en cada uno de ellos se muestran 5 raciones cuyos valores nutricionales y precios de sus ingredientes se detallan en la Tabla 1. No se incluyeron sales minerales en el ejercicio, sólo con el fin de simplificar los cálculos, y en ningún caso con la intención de restarle importancia a la suplementación de sales minerales a las terneras/vaquillas.

Tabla 2

Para el ejercicio de la primera fase de la recría (Tabla 2), vamos a considerar que las terneras fueron destetadas a los 90 días, con 103 kg de peso vivo, en promedio, y la meta de peso vivo a los 6 meses de edad fue de 165 (GDP de 0,689 kg). Se propuso una condición corporal de 2,3 puntos (escala 1-5).

Se puede apreciar en los casos 1, 2 y 3 que las ganancias diarias de peso propuestas como meta (0,689 kg/ternera/día) se cumplen con inclusiones de concentrado que van desde 1,2 a 2,25 kg/ternera/día. La inclusión parcial de pradera en la ración genera una disminución en el uso del concentrado, y al no incluirla se requiere de heno de muy buena calidad, sobre el promedio que comúnmente se observa en los análisis de laboratorio. Se observan diferencias entre raciones en el costo total de alimento, así en relación al caso 3, los costos por kg de GDP de los casos 2 y 1 son mayores en un 41,5% y 64,5% respectivamente.

En los casos 4 y 5 la meta de los 165 kg de peso vivo a los 6 meses de edad no es alcanzada, incluso si se entregaran cantidades mayores a 2 kg de concentrado. El tiempo necesario para llegar a los 165 kgs se prolongaría en 35 días en el caso 4, y por 23 días en el caso 5. Si bien, el costo en alimentación diaria por ternera es $44,85 mayor (6,8%) para el caso 5 en relación al 4, el costo por kg de GDP es un 3,62% menor. Por lo tanto, usar una mayor cantidad de concentrado en el caso 5 vs el 4 aminora el costo que tiene ganar cada kg de peso vivo. Otro punto a considerar es que, en el caso 4,  el costo para ganar 1 kg de peso vivo es más del doble que el costo del caso 3 (+109,9%).

Tabla 3

Para el segundo ejercicio se consideró que las vaquillas pesaron 165 kg a los 6 meses de edad, y se propuso como meta llegar a los 320 kg a los 13 meses de edad (390 días; GDP de 0,738 kg). Al respecto, en la Tabla 3 se muestran los 5 escenarios propuestos.

Sólo los casos 1, 2 y 3 lograrían la GDP propuesta como meta (0,738 kg). Se puede apreciar que es posible lograr estas ganancias de peso incluyendo, en parte, ingredientes de una calidad aceptable, distintas inclusiones de pradera y hasta 1,5 kg de concentrado/vaquilla/día. En relación a los casos 4 y 5 no se logran las metas de peso de 320 kg para ejecutar el primer servicio a los 13 meses de edad (390 días), existiendo 55 y 38 días de retraso para el caso 4 y 5, respectivamente. Por lo tanto tendríamos un retraso en la fecha para el primer servicio hasta de 2 meses.

En el caso 4 se puede apreciar que el costo de alimentación diaria por vaquilla es el tercero más bajo entre los 5 casos expuestos en la Tabla 3, sin embargo es un 39,8% mayor en relación al costo total de alimentación dado en el caso 1, y un 120% mayor el caso 5 vs el 1. El caso 4 representa una situación que suele ser común en terreno donde no se entrega concentrado con la idea de disminuir costos, sólo forrajes con calidades diversas, sin balancear la ración, alargando el tiempo que las vaquillas consumen forrajes, generando un aumento en la demanda de heno o ensilajes, incluso, generando la necesidad de comprar bolos de ensilaje, por ejemplo, a un precio y calidad cuestionable muchas veces. Por cada 42 días adicionales que una vaquilla debe estar sin ser encastada, se necesita lo equivalente a 1 bolo de ensilaje, en forma adicional (asumiendo 210 kg MS/bolo y 5 kg diarios consumidos de forrajes conservados).

Otra observación en los casos 4 y 5, es la baja concentración de proteína en la dieta, cuyos valores oscilan entre un 12 y 13% PC. La concentración mínima recomendada para vaquillas desde los 6 meses es de un 14 a 15% en base materia seca (BMS).

En este ejercicio se consideró que las terneras alcanzaron una GDP óptima durante el periodo de cría (0 a 90 días). Ahora, si tenemos terneras del caso 4 o 5 de la Tabla 2 y lo conjugamos con los casos 4 y 5 de la Tabla 3, la edad al primer servicio podría llegar a los 16 meses de edad, la edad al primer parto como mínimo podría llegar a ser a los 26,2 meses con tasa de preñez de 52% en vaquillas o > a 26,2 meses si la tasa de preñez es menor. La edad al primer parto podría ser aún mayor si es que las ganancias de peso durante el periodo de crianza fueron menores, y por lo tanto, la edad al primer parto se va acercando a los 28 – 29 meses de edad.

Asumiendo que sólo los gastos de alimentación en la crianza son de $126.851/ternera los primeros 90 días de vida, que el costo desde los 91 días de vida al mes 13 van desde $153.732 a $229.937, por vaquilla, y desde los 13 meses hasta el primer parto a los 24 meses serían del orden de $244.886/vaquilla, la suma de estas cifras sería de entre $525.469 a $601.674, llegando al peso objetivo de 320 kg a los 13 meses para el primer servicio, y el primer parto a los 24,3 meses (tasa de preñez de 30%).

Si, en cambio, no se lograran las metas propuestas de ganancia diaria de peso en la fase de recría, asumiendo que sí se lograron los objetivos de GDP de la crianza (0 a 90 días), estos costos podrían ir desde los $614.672 en adelante, logrando el peso para el primer servicio a los 16 meses, con partos a los 27,3 meses (tasa de preñez de 30%). En cambio, si consideráramos la combinación del caso 4 de la primera fase de la recría junto al caso 5 de la segunda fase de la recría, el costo en alimentación podría ser aún mayor, llegando a $706.131, con el primer servicio a los 15,4 meses de edad y el primer parto a los 26,7 meses de edad.

Podemos concluir que en condiciones óptimas, para lograr un primer parto a los 24 meses de edad, debemos hacer un buen manejo nutricional, entregando una ración balanceada, junto a un concentrado de una buena calidad y en una cantidad estratégicamente correcta, con un costo en alimentación que va desde los $525.469/vaquilla. Si, en cambio hacemos un mal manejo en la ración entregada o entregamos forrajes de calidad reducida, o no se tiene acceso a una pradera de buena calidad, este costo por vaquilla, por un lado, podría aumentar a $614.672 con un parto a los 27,3 meses, o superar los $700.000 con parto a los 26,7 meses de edad.

Si bien en este estudio no se incluyeron otros costos tales como mano de obra, petróleo, depreciación de maquinarias, gastos generales, costos de servicios veterinarios, medicamentos, vacunas, semen, costo de las camas, etc. con el fin de aislar los costos de los alimentos y evaluar por separado, es interesante además ver cuánto es lo que se deja de ganar por producción de leche (costo de oportunidad).

Si obtenemos en promedio nuestro primer parto a los 24,3 meses (1° servicio a los 13 meses con 30% TP), significa que aquellas vacas cuyo primer parto es a los 27,3 meses dejarían de producir alrededor de 1500 litros o más en esos 3 meses de diferencia, y si lo calculamos con un precio de $300/litro, hablamos de $450.000/vaquilla.

Costos mayores en alimentación pueden estar dados, además de los relacionados con la formulación de la dieta y la calidad de los ingredientes, por periodos de espera más prolongados para el primer servicio (pasar del 60% del peso vivo adulto), no observar que las vaquillas comiencen a mostrar celo o a  no registrar dichos eventos desde antes de llegar al peso objetivo, fallas en la detección de celos, manipulación del semen, técnica de inseminación, agentes etiológicos infecciosos o no infecciosos que generen repetición de celo, abortos u otras situaciones.

Consideraciones finales

–   Se debe analizar la calidad de los forrajes conservados (ensilajes, henos), la calidad y disponibilidad de praderas y entregar un concentrado de calidad que complemente adecuadamente estos recursos forrajeros. Esto considera incorporar como una prioridad mas a las vaquillas en el balance forrajero .

–  Realizar manejos como pesajes periódicos, la observación de la condición corporal y el llenado del rumen de las terneras nos dan las bases para hacer los ajustes en las raciones con el fin de lograr los pesos, alzadas y condición corporal al final de cada periodo.

–  La capacitación periódica del personal es clave para tener buenos resultados en la ejecución de operaciones del campo (entrega de alimentos, detección de celos, inseminaciones y manejo de semen).

–  El querer ahorrar costos en la recría de vaquillas de reemplazo, a través de la restricción del uso de concentrados, ofrecer forrajes de una calidad que no sea la adecuada para producir leche, restringir el consumo de pradera a las vaquillas por falta de disponibilidad (ya sea por carga animal elevada o por reservarla sólo para las vacas en lactancia), predispone a pérdidas productivas directas y eleva los costos de oportunidad.

–  El agricultor es quien debe hacerse las siguientes preguntas, antes de tomar decisiones respecto a sus reemplazos, “¿cuánto dejo de ganar?” o “¿cuánto podría perder en el largo plazo al no preocuparme de la alimentación de mis vaquillas?”.

Imagen 1. Ensilajes de praderas muy lignificados,
poco picados, de calidad reducida generan bajas GDP
cuando son usados como fuente única de alimento
para vaquillas, debido a su baja concentración de
proteína y energía, además de baja digestibilidad.

Bibliografía

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–  Manual para la cría efectiva de novillas.

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